Escribir es mi droga

3 pm: reunirse a fumar un par de cigarros entre malas palabras y bromas jamás me hizo sentirme triste y vacío. En otras ocasiones, la tristeza y el vacío ya los traía de casa. Ahora no vamos a comprar cervezas porque a comparación de mis otras tristezas esta es diferente. He vivido 20 años y puedo relatar muchas historias silenciosas. No tengo odio hacia nadie. Sigo mirando mis manos, vacías. Me siento sucio, me he lavado muchas veces pero he tenido que aceptar que siempre viviré con eso.

No me sentía triste ni culpable, solo nervioso pero podía dormir. Cuando pasa la primera semana se aprende a dormir con tranquilidad. Todos tenemos una historia de la que nadie sabe nada. Yo tengo la mía y me arrepiento. Me he preguntado si los demás también.
Lo real ha dejado de ser importante. Para poder seguir tuve que crear mi propio mundo. Lloro en este mundo y me consuelo en el mío.

No sé qué hay en el más allá, pero todo es mejor que este nada. Rodeado y acompañado por todos, pero vacío por dentro y por fuera. No sé el porqué de este presentimiento, ni de este frío extraño que hoy siento. Ahora he tenido el deseo de correr, de desconfiar de todos.

A veces veo la muerte caminar, sentarse en una esquina, ver a las personas como escogiendo, reírse y retirarse, algunas veces llega sola pero se va acompañada. Ahora ha llegado a mitad de mi plática, se ha sentado y se ha reído conmigo. Es tan fácil morir que cualquiera tiembla de pensarlo.

-Yo soy tu amigo, dijo una voz que escuche a mis espaldas y me disparó.

4:30 pm: ahora lloré y nadie lo notó, cuando llegó mi mamá mis lágrimas se habían secado, me abrazó como no lo había hecho en años. Los forenses también llegaron tarde para verme llorar. Ahora no hay paso hacia atrás. Tengo más frío que nunca.


Soñé demasiado, solo quería ser alguien.